Científicamente ya parece estar demostrado que el cerebro es programable, y por lo tanto, también lo es el comportamiento humano. Es decir, el cerebro funciona como una suerte de ordenador biológico, de modo que, al igual que un ordenador, si un ser humano tiene ciertas condiciones de aprendizaje programadas durante sus años de formación, así como cierto entorno cultural que reafirme esos condicionantes programadores, su resultado ejecutor en el futuro adulto estará sin duda supeditado a estos factores: procesará emociones y pensamientos y creará comportamientos en función de esos arquetipos grabados. Esto quiere decir que todo aquello que implica, por ejemplo, imponer cierto modo de aprendizaje a un cerebro tan plástico, como lo es el de un niño, sin respetar su individualidad, dará como resultado un potencial conflicto interno en el futuro.
Un ejemplo de “no invasión” en el aprendizaje lo tenemos en el método Montessori, en el que se deja que cada niño participe de manera activa en su desarrollo y colabore en su educación con respeto y libertad, puesto que se basa en la observación de la individualidad (aptitud y actitud) de cada niño, para conseguir liberar o mantener su potencial; todo ello desde el respeto de su tendencia natural . No se pretende con esto establecer comparativa alguna, sino tomar ejemplos existentes que por unos u otros motivos funcionan.
¿Qué quiere decir respetar la individualidad? Lo que quiere decir es que cada persona tiene una tendencia, neurológica y biológicamente hablando, que se traduce en diferentes aptitudes individuales.
Científicamente está comprobado, que el cerebro humano consta de ciertas partes, que a su vez, se ocupan de ciertos sistemas y emociones; a saber:
el bulbo raquídeo o cerebro reptiliano, encargado de la supervivencia. El cerebro límbico o mamífero, encargado de las emociones, y el neocòrtex, encargado del pensamiento racional entre otras neurofunciones. El neocórtex a su vez se divide en hemisferio derecho, encargado de las emociones entre otras funciones y hemisferio izquierdo, encargado del pensamiento lógico, entre otros procesos.
Así mismo, es sabido que la educación actualmente está basada principalmente en la atención y la memorización, funciones éstas que corresponden al hemisferio izquierdo. ¿Qué quiere decir esto? Lo que parece querer decir es que en la educación actual se potencia el hemisferio izquierdo y sus funciones, resultando en una infra utilización del hemisferio derecho.
Como se dijo anteriormente, cada persona, (en adelante nos referiremos a cada niño),tiene una tendencia funcional natural, en lo que a forma de inteligencia se refiere, por lo que, se puede afirmar, que cada niño, idealmente, necesitaría un método educativo adaptado, y quizá no se les debería valorar o cuantificar educacionalmente, a través de un sistema de calificación numérica sin tener en cuenta este factor.
Hay niños cuya tendencia natural es el uso mayoritario del hemisferio derecho; estos niños (entre otras características) son más creativos, imaginativos, sensibles e intuitivos, a veces más inocentes y menos rebeldes que otros, niños que se dejarían llevar por la voluntad de sus amiguitos y que generalmente, cumplen las normas existentes. Por otro lado, existen niños cuyo hemisferio izquierdo lidera su sentir y accionar; estos son niños más racionales, más lógicos y escépticos, más prácticos y calculadores, en ocasiones más autoritarios, que se erigirían en verdaderos líderes entre sus amiguitos.
Parece coherente afirmar, que lo ideal, por homeostático, pudiera ser conseguir una interacción equilibrada entre ambos hemisferios, o lo que es lo mismo, conseguir integración hemisférica, puesto que a cada hemisferio le competen unas funciones y han de estar complementadas. Añadir que el ser humano posee dos hemisferios y no sólo uno, por algún motivo.
Un niño que emplea y potencia mayoritariamente el hemisferio izquierdo, probablemente se convertiría en un adulto dominante, controlador y excesivamente racional que potencialmente suprimiría sus funciones emocionales y por lo tanto se convertiría en un ser egoísta, carente de empatía, que regularía su sentir y hacer basándose únicamente en sus deseos e instintos de supervivencia.
Como se argumentó anteriormente, la educación actual parece potenciar mayoritariamente el desarrollo y uso del hemisferio izquierdo. No se pretende sugerir con esto que habría que implementar únicamente el desarrollo del hemisferio derecho, puesto que este hecho causaría como resultado individuos sin pensamiento crítico, quizá excesivamente maleables, sensibles e inocentes. Lo que se pretende afirmar es que lo óptimo, por equilibrado, sería potenciar ambos hemisferios trabajando en sinergia, de modo que tanto el instinto de supervivencia y el pensamiento racional como la capacidad creativa y generativa con lo que esto conlleva, actúen en conjunto.
Por todos estos factores expuestos, es por lo que propongo el teatro bilingüe como actividad complementaria a la educación actual, Añadir una vez más, que es un método no invasivo a través del cuál el niño se puede desenvolver de forma natural respetando su individualidad; esta actividad no sólo potenciaría la capacidad creativa, propia del hemisferio derecho, sino que, al unísono, y por esto mismo, facilitaría la autogestión de sus emociones, implementaría el desarrollo de la dialéctica, y por ende, un espíritu y personalidad críticos, consiguiendo el equilibrio con el raciocinio del hemisferio izquierdo.