Atendiendo a algunos expertos consultados, la forma en la que un adulto expresa sus sentimientos y emociones es de forma oral. La forma que tiene un niño (en situación de salud) de expresarse, generalmente, es a través del juego. Mediante el juego, actividad meramente simbólica, el niño “cosifica” situaciones, emociones y pensamientos , de modo que los “fenomeniza”.
Es por ello, que el teatro, como herramienta de juego simbólico y de expresión física, emocional y mental, se puede convertir en un útil sencillo para que los niños expresen aquello que necesiten, así como para socializar, respetar al otro, compartir, argumentar, opinar, y dejar rienda suelta a su imaginación, a su movimiento natural y a su capacidad kinésica, fuera de su entorno habitual, en un imaginario creado por ellos y para ellos.
Sin movimiento no hay vida. Del mismo modo que éste se da constantemente en el Universo, en la Tierra, en la Naturaleza, o en el cuerpo humano, en cada uno de sus procesos celulares, ha de darse con naturalidad y por naturaleza en un niño.
Personalmente, defiendo la idea de que no hay niños inquietos o nerviosos, sino niños aburridos y con carencia de incentivos, que les permitan canalizar o dejar fluir su modo natural de expresión, el juego. En esta propuesta, este juego incluye movimiento, no sólo de la cabeza, las extremidades o el tronco, sino de sus articulaciones. Creo firmemente que es fundamental resaltar la importancia de la consciencia del movimiento, con lo que esto significa e implica.
Se podría afirmar que un niño no aprende a moverse, un niño ya sabe moverse, con un lenguaje universal. Tenemos como ejemplo claro el caso del “baby sign” (lengua de signos de los bebés), algo totalmente contrastado y probado.
Con el teatro y todo lo aplicable a esta actividad, contamos con una dinámica genérica y no invasiva que puede ayudar a liberar las potencialidades de un niño, así como a reforzar las que ya posee y emplea en su día a día.
Cuando una persona decide practicar una actividad determinada o un deporte, esta elección, generalmente inconsciente, responde a una necesidad de organización de cierta energía por parte de la persona, endógena o exógenamente. Pongamos algunos ejemplos: en el caso del juego ficticio, un niño libera o trabaja, aquello que necesita gestionar u organizar. En el caso del baile, se organiza la expresión corporal o la expresión creativa. Con un deporte de contacto, se llevaría a cabo una liberación de fuerza, con la que probablemente, se organizaría la agresividad. Con el dibujo, los colores utilizados, o la forma, fuerza o velocidad con se realizarían esos trazos, se organizarían también algunas emociones.
Generalmente, si un adulto permite a un niño que juegue a lo que quiera, sin unas pautas marcadas, pero sintiéndose observado, al principio quizá tenga cierto vértigo, tal y como si a un adulto, en el primer minuto de una primera consulta con un psicólogo o un terapeuta, se le insta a hablar a cerca de sí mismo; pero, pasado ese margen, aparecerá de uno u otro modo, lo que ese niño necesita organizar, y aparecerá generalmente por fases o “capas”. Es por ello, que el teatro, guiado o improvisado, con ciertas pautas, puede resultar un modo magnífico para que esa personita encuentre por sí misma el modo de organizar sus estratos emocionales y mentales, como por ejemplo, estrés escolar, cualquier diferencia con una amiguito, o incluso situaciones más extremas como el fallecimiento de un familiar o ciertas desavenencias entre los papás, entre otros.
Todo ser humano necesita realizar ciertas funciones, como son, organizar (su energía), seleccionar (emociones, amigos, alimentos), observar (lo que ocurre a su alrededor), adquirir (lo que necesita), avanzar (hacia donde desea), liberar ( lo que le sobra), defenderse ( de lo que considera hostil), asegurar ( su bienestar, por ejemplo), transformar ( alimentos en energía), adecuar (emociones a situaciones), superar (circunstancias adversas), deliberar ( para llegar a conclusiones propias), y todas ellas pueden ponerse en práctica y potenciarse con el teatro; máxime si éste además es bilingüe, y entre otras características, incluye manuscribir y es representado a modo de juego.
Creo firmemente, que es una actividad capaz de integrar esas funciones para que se interioricen y permanezcan, como parte de la salud integral, de un modo relajado, lúdico, y en equilibrio con la necesidad real de cada niño, puesto que se les permite ser, y no parecer.
La clave, quizá, es la sencillez de la actividad, en contraposición con las actividades complicadas que los pequeños han de afrontar en el día a día. Una suerte de alquimia de diferentes herramientas, que, combinadas, se puedan integrar y transformar en algo lúdico, relajado y saludable para los niños.
Tomando las palabras del Sr. Moshe Feldenkreis: “si una emoción puede causar un movimiento o restricción muscular, entonces, un determinado movimiento muscular con conciencia en el mismo, puede causar una emoción o una sensación”.
Es por ello, de nuevo, que el teatro bilingüe, acompañado de ciertas dinámicas y ejercicios, puede actuar sobre los niños de modo relajante, e incluso para que puedan, si así lo desean, expresar miedos, anhelos o activar neurofunciones, como la atención o la comprensión lectora. Puede actuar, así mismo, como herramienta sociabilizadora o educacional, respetando los turnos de palabra, y compartiendo un espacio o imaginario, o bien, simplemente, aprendiendo a escuchar “ al otro” e interactuar con otros compañeros sin restricciones.
Los niños actualmente están muchas horas sentados, memorizando y atendiendo*, y, por propia naturaleza, necesitan activar su capacidad creativa e imaginativa. Añadir que el uso de dispositivos electrónicos o la televisión, merma su capacidad viso espacial, su capacidad de juego y su sociabilización. La atención continuada en los dispositivos con pantalla, hace que esa atención se entrene en lo pequeño, por lo que coarta la posibilidad de ver a una mayor escala. Debido a las características de lo que visionan, (por ejemplo video juegos), hay una tendencia en esos niños al hipermovimiento, ya que el contacto con las pantallas, genera un sistema de referencia acelerado. Añadir a esto, que los niños chillan porque su sistema de referencia (estos video juegos) incluye voces agudas o chillonas. Chillan, sobre todo, cuando están en grupo. Todo esto es, además, potenciado por la rutina y el hábito escolar. Es por ello, que resulta fundamental realizar una actividad que incluya el juego creativo, o bien, y de nuevo, una actividad como el teatro, capaz de abarcar diversos aspectos de desarrollo en el niño.
Si deseas completar información, a cerca de los beneficios infantiles de practicar una actividad como el teatro bilingüe, que incluye el manuscribir sus propios cuentos u obritas, o todo aquello que quieran y puedan expresar, puedes continuar revisando los artículos disponibles en el blog.
* “Reflexión estadística: algunos datos respecto a las horas lectivas” (septiembre, 4, 2022)