La escritura manual es un gesto (gráfico),derivado de una orden cerebral, lo que implica una serie de procesos que han de darse coordinados. Es decir, se partiría de una orden neurológica, que acabaría en un movimiento manual, por lo que sería una actividad neuromuscular que implica total coordinación e interacción entre los sentidos como la vista o el oído, los centros sensoriales del cerebro y los centro motores de ejecución (dedos, mano, muñeca, codo u hombro con sus respectivos sistemas neuromusculares).
El manuscribir o dibujar como gesto, sería entonces una colaboración constante y organizada de diferentes sistemas, y de ahí la importancia de estos movimientos.
Tomando como referente la ciencia de la Grafología Racional creada por D. Vicente Lledó
Parres, se puede argumentar, por estar totalmente probado y contrarrestado, que manuscribir conscientemente, y por lo tanto, tener conciencia del movimiento escritural, es una herramienta para desarrollar y activar las habilidades grafomotoras, cognitivas e incluso las relaciones sociales.
¿Por qué? Porque esta actividad potencia la concentración, la atención, la relajación (con un gesto gráfico adecuado), y la creatividad, así como un control del sistema nervioso central, debido a la activación de ciertos reflejos condicionados de manera consciente.
¿Cómo? Al escribir activamos un proceso mental que puede catalogarse como complejo, puesto que consiste, en primer lugar, en la percepción de señales auditivas codificadas (los fonemas), y en segundo lugar, en una traducción a señales visuales también codificadas (las letras o grafemas).
Es decir, la manuscritura es “un sistema de doble señal, que requiere, para ser utilizado, de la adquisición de hábitos motores que tengan entre
sus cualidades, la fluidez, la rapidez de ejecución, y la exacta reproducción del código gráfico. Para escribir es necesario un complejo sistema de funciones diferentes, que implica, desde el análisis y traducción secuencial de fonemas a grafemas, hasta la estructuración espacio- temporal que dicha transducción exige a través del gesto grafomotor en el plano del papel.” (Juan José Vara, Curso de Grafología Racional, Reeducación Escritural y Caligrafía, 2016).
En palabras del Sr. Julián Ajuriaguerra, (neuropsiquiatra y psicoanalista), “el desarrollo del lenguaje escrito es determinante para el desarrollo de cualquier otra actividad mental superior”. Esto podría ser debido al alto grado de desarrollo que deben alcanzar las diferentes funciones cerebrales que cooperan en su adquisición. Recuperando las palabras del Sr. Alexander Luria, “la escritura manual es un modelo dinámico de la actividad mental, que implica el desarrollo específico de cada sector neurofuncionalmente implicado, así como una interacción entre cada zona cerebral, a través de
esquemas motores automatizados, permitiendo, de ese modo, dirigir la psicoenergía gráfica hacia otros procesos analíticos más complejos”.
Podría añadirse a esta argumentación que, en la actualidad, con la integración de las nuevas tecnologías a la educación, existe un déficit de escritura manual, puesto que el gesto grafomotor se ha sustituido por uno de percusión, es decir, se percute y no se escribe, por lo que estos procesos anteriormente descritos quedarían mermados, o serían inexistentes, teniendo como consecuencia en el niño un potencial déficit de atención, de organización y de reflexión, así como una falta de organización de la energía cognitiva y emocional.
Los resultados ampliamente probados del aprendizaje y/o la reeducación escritural con el método de Grafología Racional de D. Vicente Lledó Parrés son los que siguen:
Mejora de la atención, la concentración mental, la capacidad de cálculo y la memoria
La escritura caligráfica aporta relajación, además de potenciar la posibilidad de conectar con la
creatividad individual, puesto que con esta metodología se aprende a controlar el sistema nervioso central bajo la activación de reflejos condicionados, de una manera consciente. Se podría considerar la escritura como una manifestación psicológica, plasmada por medio de una manifestación somática, esto es, un conjunto de movimientos neuromusculares coordinados, que ayudan a potenciar las habilidades cognitivas mejorando la escritura personal del alumno y la fluidez en su manera de moverse por la vida, así como la capacidad para tomar decisiones necesarias y suprimir actitudes poco eficientes.
Mejora los aspectos fundamentales de la motricidad fina
y por lo tanto, de los aspectos neurofisiológicos, neuropsicológicos y psicoafectivos, puesto que la escritura manual es una actividad mental muy compleja que requiere para su adquisición de unos hábitos motores que incluyan la fluidez, la rapidez
de ejecución y la exacta reproducción del código gráfico.
Ayuda a ordenar los flujos de energía cognitiva y emocional
Actualmente y debido al uso de las nuevas tecnologías en el ámbito escolar y fuera del mismo, existe un déficit en la escritura manual y por lo tanto en el desarrollo de las capacidades grafomotoras. Este hecho puede llegar a desarrollar un problema en la manera de adquirir el conocimiento de las distintas asignaturas escolares, puesto que percutir y no ejecutar el gesto grafomotor de la escritura, implica un exceso de prisa o velocidad, que no invita a la reflexión, al autoconocimiento o a la pausa. Cuando una persona practica la escritura manuscrita, el propio ejercicio y práctica de la misma, implica una actitud reflexiva y minuciosa, plasmada en la vida real en la consecución de los objetivos propios.
Soluciona los problemas de lecto-escritura
así como alteraciones en el reconocimiento de la información previamente aprendida de tipo disgráfico. Así mismo puede ayudar a corregir posibles disfunciones de carácter ejecutivo en el niño.
En definitiva, este entrenamiento grafomotor puede ayudar a encontrar soluciones definitivas a los problemas de aprendizaje más comunes.